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La Fe Me Compromete
--by Miguel Gómez Domenech © 2002

En el mismo instante que alguien llora, otro ríe; uno se apasiona, otro se desencanta; uno se enternece, otro se enoja; uno se ilusiona, otro se decepciona; uno se averguenza, otro se enorgullece; uno se fascina, se embelesa, otro se hastía.... Y es que, como dice el autor de Eclesiastés: "Todo tiene su tiempo debajo del cielo".

Esta realidad, que es observada y vivida, sufrida o disfrutada por todos y cada uno de los que vivimos debajo del cielo, puede ser interpretada desde el punto de vista del fatalismo, que entiende que nuestras vidas fueron programadas desde antes de ver la luz, sin que nada podamos hacer para cambiar su curso; o puede ser percibida a través del prisma del que se ve como una bola de billar que es golpeada al azar por otras, produciéndose como consecuencia un efecto de acción-reacción sin control alguno; llegando el que así piensa a identificarse con el autor del viejo dicho:
"Comamos y bebamos porque mañana moriremos."

Podríamos seguir añadiendo filosofías a la lista; pero, ¿cómo se percibe desde el Evangelio de Cristo? El cristiano se sabe acompañado en su caminar por el Padre Celestial, sabiendo que ha sido llamado a ser colaborador de Cristo, agente de Su Divino Amor, ese Amor que brota desde el interior de todo aquel que cree en el que dijo: "Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí". Esta fe me compromete con mi Padre Celestial, con mi familia en Cristo, y con mi prójimo.

Si entiendo que mi vida no es un producto del fatalismo, ni del azar; si de verdad creo en un Dios personal que me amó tanto que dió a Su Hijo por mí y por todos mis congéneres, buscaré Su compañía a través de la oración, escucharé Su voz que me habla desde Su Palabra, me alegraré con Él a través de la alabanza. Si de verdad creo que mi Señor me ha llamado a ser piedra viva en el edificio que es la iglesia, miembro activo en el cuerpo de Cristo, esta fe me compromete a unirme al profeta Isaías en su oración: "Heme aquí, envíame a mí." Me lleva a pasar tiempo con mis hermanos en la fe, a edificar , y a ser edificado, a ser un vaso útil en las manos del Creador, humilde para ser lleno del Espíritu, y recibir los dones que me capacitan para cumplir el ministerio al que he sido llamado, disponible para ser utilizado para Su gloria.

Como colaboradores de Cristo, somos llamados a seguir los pasos de Aquel que se compadeció de los pobres y necesitados, de Aquel que nunca permaneció pasivo ante la injusticia; sino que vino a deshacer las obras del más injusto (el diablo), y a remediar sus efectos y consecuencias. Somos llamados a ser agentes activos del Rey de Justicia en un mundo que está más carente que nunca de paz, equidad, y amor.

Todo tiene su tiempo debajo del cielo. Pero no olvidemos que somos del Señor; que nuestro tiempo, al igual que nuestras vidas, está en Sus manos; y que el tiempo de mi hermano, de mi prójimo, también es mi tiempo, porque lo es del Señor.

--Edited by Daysounds
[Se sobreentiende, por el contexto, que esa acción contra la injusticia está ligada al amor de Cristo; no utiliza, por lo tanto, la violencia o el daño al prójimo--aunque éste sea un enemigo.]


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